domingo, 3 de mayo de 2020

GUAU

GUAU

Las cosas están cambiando. Antes nadie quería salir conmigo y ahora todos se pelean por sacarme a pasear. Antes me pasaba los días encerrado en casa, solo, con la única compañía de la insoportable bola de pelo a la que bautizaron como Garfield. Mis únicos pasatiempos eran morderme la cola, cantar la ópera del ladrido contratenor o asustar al gato. 

Mi momento preferido era la llegada de mi familia. La primera era siempre Laura, quien reservaba para mí la mejor de sus sonrisas. Siempre me llenaba de besos, abrazos y caricias. 
El segundo en llegar era Enrique, bruto pero de gran corazón, su manera de demostrar que me quería era a través de “caricias fuertes”. 
La tercera tanda estaba formada por Pablito, el pequeño diablo de la casa, y Gema, la reina encargada de poner orden. El pequeño se abalanzaba sobre mí como un guerrero espartano y, ella, siempre le repetía: “Con cuidado Pablito, Guau también siente por mucho que papá le acaricie con tanta fuerza…”. Al terminar la frase le lanzaba una mirada de advertencia a Enrique y, en caso de no estar delante, alzaba la voz para que le escuchara aún estando en la otra punta de la casa. 
Ya ha desaparecido el momento llegada. Todos estamos en casa, menos cuando me sacan a pasear. 
Laura me cuenta que tiene miedo de que Gema enferme, dice que mamá tiene una enfermedad respiratoria y que sería la diana perfecta para el virus, la corona perfecta para la reina de la casa. Yo me quedo quieto. Le miro a los ojos llorosos y le beso los miedos, le meto el hocico entre las preocupaciones y las convierto en cosquillas. Cuando pasa de la tristeza a la alegría, a Laura se le llenan los ojos de estrellas de todos los colores. 
Enrique sale de casa con la voz grave y la correa bien apretada y, en cuanto salimos a la calle, me susurra “que quede entre tú y yo” y me lanza un trozo de comida, hueso o golosina perruna. Después se pone a correr sin parar de repetir “somos libres grandullón, somos libres”. Cuando se cansa se excusa diciendo que no quiere molestar a la gente causando demasiado alboroto por la calle. Es entonces cuando abre su corazón y me empieza a contar lo complicado que es estar a la altura de una familia como la que le ha tocado. Admira a Laura, a Pablito y a Gema. Les adora. Se sonroja cuando me cuenta cómo conoció a Gema y cómo han crecido los enanos. Se le olvida mi presencia y vuela hacia la galaxia de los recuerdos.
Pablito y Gema se turnan la correa. Me lleva el diablillo hasta que se le ocurre alguna travesura y mamá toma el relevo. Inmediatamente pone los ojitos del gatito de Shrek, recita la oda de los mil perdones y promete que no volverá a portarse mal. Gema es la persona con más paciencia que conozco. Solo ella es capaz de negociar con el niño más revoltoso, ingenioso y vacilón del universo. Me enternece ver cómo han podido construir el equilibrio perfecto entre dos extremos tan opuestos. Se entienden, respetan y aman con locura. El paseo termina siempre con cuatro manos sujetando la correa.
Yo, que creía que estando todos juntos en casa, nos íbamos a volver majaras… He de confesar que nunca me he sentido tan especial y querido. La plenitud llega cuando tienes tiempo de calidad para compartir. Aún no entiendo qué está pasando, no sé cómo estará el mundo ahí afuera, pero yo me siento privilegiado. Tan, tan, tan privilegiado que he hecho las paces con Garfield. Al fin y al cabo, esa bola de pelo también forma parte de la familia.



Pedido de Enrique Muñoz

"1. Prota: un perro.
2. Antagonista: un gato.
3. Situación: en cuarentena.
4. Cómo vive un perro esta situación, cómo es la familia... En la familia son 4 y uno de ellos se llama Enrique y otra Laura.
5. El perro y el gato se hacen amigos.

ERES UNA GRAN ARTISTA, TE ADMIRO AMIGA".

No hay comentarios:

Publicar un comentario