viernes, 12 de junio de 2020

CONFÍA EN TÍ

CONFÍA EN TÍ 

Cinco del seis del dos mil veinte.

Una corona de papel amarillo: “Felicidades Lidia”.

Veintitrés velas alrededor de un bol hasta arriba de pasta con queso y berberechos.

Una nave tan especial como espacial que me cambiará la vida.

Lenny Kravitz tarareando la melodía de la canción “Fly Away” subido a un elefante rosa.

Al fondo, mami vestida de conejo, utilizando una zanahoria como micrófono para cantar:

MAMI -

Desearías poder volar,
hacia el cielo, tan tan alto,
justo como una ratita guerrera.

Volarías por encima de los árboles,
sobre los mares, en todas las direcciones,
a cualquier lugar al que tú quisieras.

Quieres escapar,
quieres salir volando, sí.

Vamos y veamos las estrellas,
la Vía Láctea o, incluso, Marte.
Donde pueda ser simplemente nuestro,
vamos a disiparnos en el sol,
deja que tu espíritu vuele,
a donde seamos una,
solo por un poco de diversión, oh, sí.

Tengo que escapar,
siento que tengo que escapar, oh, sí.

Quiero escapar,
quiero salir volando, sí, contigo.
Quiero escapar,
quiero salir volando, sí.
Tengo que escapar…

Me ajusto la corona, soplo las velas mientras mami no para de cantar la misma canción una y otra vez como una especie de mantra sagrado.

Pruebo un poco de queso del bol. Una sensación extraña recorre mi cuerpo. Picor. No puedo parar de rascarme. Me empieza a salir pelo blanco en las orejas, el cuello, el pecho, los brazos, el vientre, el culo… ¿El culo? ¡Joder, que me ha salido cola! Para cuando me doy cuenta soy del tamaño del mando de la televisión. No sé qué hacer. No sé dónde meterme. Y lo peor es que nadie reacciona, que todo sigue igual. Miro a Lenny y me guiña un ojo. En ese momento el elefante me ve por primera vez en mi nuevo cuerpo de roedor y empieza a gritar descontrolado. El cantante intenta mantener el equilibrio y yo decido correr a toda velocidad hacia la nave tan especial como espacial. Lo intento poner en marcha con mi manual de intuición, el que siempre llevo a mano, y… ¿Qué hacía mami vestida de conejo?

Me siento mareada. Confusa. Creo que la nave está en marcha o ¿puede que sea mi imaginación?

Las imágenes van y vienen...

Veo el cielo cada vez más cerca. Cierro los ojos. Veo la tierra cada vez más lejos. Aparece Doraemon volando con su gorrocóptero sobre los océanos.

Sonrío y canto para mis adentros:

RATITA - “Ojalá mis sueños se hicieran realidad, se hicieran realidad porque tengo un montón”.

El gato robot se queda paralizado. Mira hacia arriba y continúa la canción con todas sus fuerzas:

DORAEMON - ¡Doraemon puede hacer que se cumplan todos, con su bolsillo mágico tus sueños se haran realidad!

¿Me lo habrá dicho a mí? ¿Estoy soñando, he perdido el norte o me han metido el LSD más potente del universo en el queso?

Cuando la vida no puede volverse más absurda me siento en paz. No tengo que preocuparme por nada más que por dejarme sorprender por la siguiente locura. Es así como me gusta vivir, sintiendo que vivo el presente, que vuelo alto, al universo o más allá. Comprendiendo lo incomprensible, conociendo lo desconocido, inventando lo que aún no existe. Todo es cierto y nada lo es. Me entretengo creando realidades y jugando a entenderlas y, por supuesto, a disfrutarlas.

“Tus sueños se harán realidad”. ¿A qué sueños se referirá? De pronto, me acojono. Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea por si se cumple. Recuerdo las palabras que se me cruzaron por la cabeza cuando soplaba las veintitrés velas: “Desearías poder volar, hacia el cielo, tan tan alto, justo como una ratita guerrera”. Claro, ahora todo cobra un poco más de sentido. Por eso la transformación, por eso la nave, por eso el mareo… Lo que sigo sin comprender es qué hacía mami vestida de conejo.

Ya ni siquiera distingo la silueta de los continentes. Todo se ha vuelto borroso. Los sonidos se cuelan hasta mi lóbulo frontal y estallan como fuegos artificiales, bombas de guerra y pitidos de un árbitro enfurecido. Cada vez visualizo con menos nitidez las imágenes que van y vienen, vienen y van: “Volarías por encima de los árboles, sobre los mares, en todas las direcciones, a cualquier lugar al que tú quisieras”. Silencio. Justo antes de perder el conocimiento me pregunto: “¿A qué lugar quisiera yo volar?”.

El universo es la totalidad del espacio y del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía, el impulso, las leyes y constantes físicas que las gobiernan. El azar dirige mi vehículo especial hacia el Planeta Zamora.

Me mece el susurro de una madre que me ama, me cuida, me acaricia la piel desnuda. La piel más sensible del universo, el corazón más valiente, el alma más pura. Quiero llorar, llorar y llorar. No estoy triste pero me da tanto placer llorar… Lloro y mi madre me acaricia la piel. Lloro y mi padre ingenia mil estrategias para hacerme reír. Lloro y los pájaros cantan más alto, queriendo unir fuerzas para crear un coro de voces que cuentan verdades. Lloro y el sol se acerca un poco más para calentarme los deseos más profundos. Lloro y lloro y, qué gusto llorar. Mi cuna se ha convertido en bañera, mis lágrimas en sueños, mis sueños en delfín, rana Gustavo y tarántula. Siempre estoy bien acompañada. Percibo tanto amor a mi alrededor que no quiero dormir. Deseo nadar eternamente en este mar de lágrimas de felicidad…

Mami aparece con una flor en las manos y la coloca en mi nave.

MAMI - Esta flor te acompañará durante tu viaje mi ratita guapa. Es la última flor Lidia que queda en este planeta y es para tí. Te dará la fuerza para enfrentar, luchar, superar y crecer cuando te sientas pequeña, tus bigotes tengan dudas o tu cola se enrede. A partir de ahora todos y todas te conocerán por la ratita guerrera.

Mi nave se ha convertido en la más molona del universo y, por la emoción, no me deja ni responder. ¡Despega a la velocidad de la luz hasta Estrellarte! La prestigiosa estrella del arte, oasis de creatividad, ideas, música, teatro, pintura, danza… ¡TODO AQUELLO QUE PUEDAS IMAGIN - ARTE!

Abro la puerta de la nave y me lanzo a una piscina de luz, purpurina y pelotas del chiquipark. No sé cómo pero las pelotas del chiquipark llegan a los sitios más recónditos e inesperados. Aparece un señor con bigote, serio y cejijunto:

DEBE - Usted no debería estar aquí, ¿no cree?

RATITA - Ni creo ni dejo de creer, mi nave “especial” decide por mí…

DEBE - Ejem, querrá decir “espacial”. ¿No cree que debería ser usted quien tomara las decisiones?

RATITA - ¿De dónde has sacado todas estas pelotas del chiquipark?

DEBE - Francamente pienso que debería guardar las formas. Una rata que llega sin avisar a una estrella tan prestigiosa como esta debería ahorrarse las preguntitas, ¿no cree?

RATITA - ¿Qué hace usted aquí? ¿Es artista?

DEBE - Le responderé únicamente porque ha hecho el esfuerzo de dirigirse a mí de usted. Yo mismo construí con mis propias manos esta estrella. Era un artista apasionado pero, con el tiempo, llegó la soledad y… Creo que debería parar. Es mi vida privada.

RATITA - ¿Sabe qué?

DEBE - ¿Debería saberlo?

RATITA - Le llenaré su estrella de arte y de artistas de todo el universo.

DEBE - No debería usted jugar con la palabra. Podría dañarme y mi corazón carece de espacio para una nueva herida…

RATITA - Se lo prometo.

Pienso curarle todas las heridas para devolverle su esencia de artista. Antes de irme Debe me enseña el rincón más luminoso de Estrellarte, repleto de maquillaje, disfraces, escenografías diferentes, plataformas para escenarios, elementos de danza y teatro, instrumentos musicales, cámaras, cerámica, plastilina de todos los colores, materiales para hacer manualidades, brillantina y adornos, pegatinas y calcomanías, lienzos, cartulinas y folios, cajas llenas de lápices, pinturas, bolígrafos, rotuladores, pinceles, témperas, tizas… Increíble. No pude contenerme...

DEBE - Ratita, ratita… ¡La vuelta me he dado y, con sus hábiles patitas, una gran montaña rusa de plastilina ha fabricado! Déjeme ver ese dibujo… No debería dibujar con perspectiva siendo usted tan pequeña, ¿no cree? Es capaz de generar obras de arte en un abrir y cerrar de ojos.

RATITA - No sé si son “obras de arte” pero me divierte…

DEBE - Ya le digo yo que sí. Debería creer a quien, en su tiempo, fue un distinguido pintor.

Nos pasamos horas y horas pintando, bailando, maquillandonos la cara… Conseguí recortarle el bigote tras mucha insistencia y él me tiñó el pelo multicolor. Ahora soy una rata guerrera voladora, colorida y moderna.

Me despido de él sin olvidarme de lo prometido y prosigo mi viaje hacia… ¿DÓNDE?

LUNÁTICA - ¡A LA MIERDA, ¿ME OYES?, A LA MISMÍSIMA MIERDA! Siempre igual, inventándote tonterías que me hacen ilusión para después joderme. Pues que sepas que no voy a volver a caer. ¡Estás completamente chiflado!

Miro al satélite con forma de queso. Ummmmmmm… ¡queso, rico, queso! No tenía ni idea de que hubiese tanto jaleo en la Luna. Puede tener que ver con que se las ingenia para mostrarnos siempre la misma cara. Costumbre que el ser humano a adquirido por imitación.

LUNÁTICO - ¿Y qué me dices de eso, eh, querida hermanita?

(Silencio)

LUNÁTICO - Ajajá. Ahora no dices nada, ¿eh? Te lo dije. Te dije que la Luna es el único cuerpo celeste en el que el ser humano ha realizado un descenso tripulado y que, por consiguiente, volverían a visitarnos. Hay que tener paciencia…

LUNÁTICA - Ahora no vayas de listo porque el azar haya decidido premiar tu orgullo por una vez.

Los dos mellizos me dan la bienvenida a la Luna, satélite de la incomprensión, de las preguntas sin respuesta, de las caras contrapuestas…

LUNÁTICA Y LUNÁTICO - ¡Bienvenida a la Luna, nos pillas en el mejor momento!

RATITA - Me presento. Soy la ratita guerrera.

LUNÁTICO - Y, por lo que veo, te gustan los colores vivos…

LUNÁTICA - (A su hermano) Deja de incomodar a nuestra invitada, melón. (A Ratita) No le hagas ni caso a este espécimen… Puedes venir como quieras. Aquí nos encantan los colores.

RATITA - ¿Ah, sí? ¿Sois artistas?

LUNÁTICO - No exactament…

LUNÁTICA - (Le corta) ¡Por supuesto! ¿Por qué?

RATITA - Vengo de Estrellarte y he descubierto un paraíso artístico que me gustaría llenar de artistas de todo el universo.

LUNÁTICA - ¡SÍ, ACEPTAMOS!

LUNÁTICO - Si fuera tan fácil…

LUNÁTICA - (A su hermano) ¡Cállate!

RATITA - ¿Pasa algo?

LUNÁTICA - ¡NO!

LUNÁTICO - ¡SÍ!

RATITA - Podéis confiar en mí.

LUNÁTICO - El último ser humano que nos visitó nos dejó una especie de maldición…

LUNÁTICA - ¡No exageres! Es un aparato en el que hay que poner 1001 preguntas sin respuesta.

LUNÁTICO - Y hasta que no lleguemos a esa cifra no podremos salir de aquí.

LUNÁTICA - La buena noticia es que ya hemos formulado 1000 preguntas sin respuesta. Nos queda una...

LUNÁTICO - La mala: que nos estamos volviendo locos. Lo que al principio parecía divertido se está volviendo un infierno y a ver a quien se le ocurre una cuestión en la que aún no hayamos pensado… ¡ES IMPOSIBLE! Llevamos años y años dándole vueltas a la cabeza y yo ya no sé qué hacer, estoy desesperado y mi hermana no para de fingir que todo va bien… ¡PUES NO LUNÁTICA, ESTOY HARTO DE NEGAR LO OBVIO, ESTAMOS ENCERRADOS Y YO YA NO AGUANTO NI UN MINUTO MÁS AQUÍ!

RATITA - Siempre he destacado por hacer las preguntas que nadie más se planteaba.

LUNÁTICA - Ven. Te vamos a enseñar el aparato. (A su hermano) Y tú y yo ya hablaremos luego…

Me enseñan un artefacto colocado en medio de un cráter. Tiene teclado, una pequeña pantalla en la que marca “1000” y un botón rojo enorme.

LUNÁTICO - Esa gigante roja es la culpable de mis pesadillas.

RATITA - ¿Dios se cepilla los dientes?

LUNÁTICO - Pues supongo que sí, ¿no?

LUNÁTICA - O no. Puede que se los limpie de otra manera, que no se los limpie porque siempre están limpios por ser dientes de dios o que se los limpien otros…

LUNÁTICO - Eso si damos por hecho que existe.

LUNÁTICA - Efectivamente. Porque, si no fuera así, la pregunta podría ser denegada por tratarse de un ser inexistente o podría darse por buena teniendo en cuenta que todo el imaginario que se ha generado alrededor de “Dios” ya es un hecho que tiene consecuencias obvias en el planeta tierra.

LUNÁTICO Y LUNÁTICA - ¿Tú tienes respuesta?

RATITA - No la tiene.

Se pasaron días y noches discutiendo sobre si tenía o no respuesta. He perdido la noción del tiempo y ellos siguen igual. Tengo que tomar la iniciativa: entro en el cráter y tecleo la pregunta. Pulso el botón rojo.

APARATO - GRACIAS POR SU PREGUNTA SIN RESPUESTA NÚMERO 1001. ESTA INFORMACIÓN ES CONFIDENCIAL Y SE ACABA DE ENVIAR A LA BASE DE DATOS DE LA NASA. TENGA UNA BUENA TARDE. ESTE APARATO SE AUTODESTRUIRÁ EN 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…

Los mellizos se quedan en silencio. Me miran.

RATITA - En serio ¿”TENGA UNA BUENA TARDE”? Indignante. Esto sí que no tiene respuesta…

Corren hacia mí. Me abrazan. Me repiten lo agradecidos que están.

LUNÁTICO - ¿Ves hermanita? Te dije que vendrían a visitarnos y que nos salvarían. Te lo dije.

LUNÁTICA - Y también dijiste que era imposible…

LUNÁTICO - ¡Tú siempre enredando!

RATITA - Por favor…

LUNÁTICA - Tienes razón. ¿Qué podemos hacer por tí? Dinos cualquier cosa y lo haremos, sea lo que sea.

LUNÁTICO - Menos formular otras 1001 preguntas sin respuesta o responder 1001 preguntas con respuesta.

RATITA - Quiero que no os volváis a hablar mal. Quiero que os cuideis. Os tenéis la una al otro, el otro a la una, y no sois capaces de miraros a los ojos. De parar y daros cuenta de que os dais compañía, amor, vida…

Se quedan en silencio. Lloran. Lloran como cuando yo estaba en Planeta Zamora. Son lágrimas que piden caricias, lágrimas de anhelo, lágrimas de felicidad. Se miran y se ahogan en un abrazo sin fin. Se mudan a Estrellarte. Tienen un proyecto maravilloso entre manos. Van a recrear todas esas preguntas sin respuesta en las diversas e infinitas opciones que brinda el arte: danzas de la curiosidad, espectáculos de la ignorancia, cuadros inefables, óperas de la duda, construcciones enigmáticas... Seguro que se hacen íntimos de Debe. Ya les he advertido que le traten de usted.

Antes de irme insisten en regalarme el cuaderno con las 1000 preguntas sin respuesta.

LUNÁTICO Y LUNÁTICA - ¡PARA TÍ, tú nos has liberado!

Yo, una máquina inagotable de preguntas imprevisibles capaz de dejar sin palabras a cualquiera, sujeto entre mis manos lo impensable, lo más preciado que nadie podría haberme regalado. ¿Existirá el mismo número de preguntas que de respuestas?

Mi mente se ha divertido demasiado. Toca mirar por la ventana, observar las constelaciones de la memoria…

Las estrellas se agrupan para formar una finca en medio del campo. La reconozco. ¡Es la finca de mis abuelos, donde yo tanto jugaba! Ahí está mi familia junto a los gatos, los conejos y las gallinas. Me alegro de estar lejos por las gallinas, he de admitir que no me caen demasiado bien. Pero, por todo lo demás, me encantaría poder formar parte de esa constelación hermosa. Les echo de menos…

Para cuando me doy cuenta la nave se detiene en una nueva superficie. Abro la puerta para descubrir dónde. No es ni un planeta, ni una estrella, ni un satélite. Por suerte soy una ratita curiosa y he leído bastante sobre el universo desde que me metí a estudiar física por puro placer… Aunque mi querido Einstein se opuso a la existencia de los agujeros negros, esto tiene pinta de ser una región finita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada y densa como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Un agujero negro es una curvatura del espacio- tiempo que provoca una singularidad envuelta por una superficie cerrada llamada horizonte de sucesos. Este horizonte de sucesos separa la región del agujero negro del resto del universo.

La superficie se vuelve espejo. En el interior, el reflejo de una esfera negra. La curvatura espacio- temporal me transporta al pasado. Aparece, de pronto, una niña de 12 años dibujada en la esquina derecha de la página de un cuaderno cuadriculado. Es la niña llorona con la piel más sensible del universo, la misma que desea nadar eternamente en su mar de lágrimas de felicidad. Sonríe. Lleva coleta alta para sujetar su melena castaña. Camiseta rosa, falda azul, leotardos de rayas amarillas y moradas y zapatillas marrones con cordones supersónicos. Al fondo, un banco marrón típico de las ciudades; sobre todo, de los parques. Detrás se esconde papá. Sus vaqueros no le impiden estar a gatas. Mira a la niña sin parar de sonreír. A la izquierda, un árbol gigante desde donde mami, tan presumida como de costumbre, me observa con disimulo. Los personajes comienzan a cobrar vida. Papá pierde la sonrisa. Mami pierde la sonrisa. Ambos lanzan frases acompañadas de gestos hacia la niña: “ven, cariño, ven”, “tú tranquila”, “eres la mejor hija del mundo”, “te quiero”, “todo estará bien”... La niña pierde la sonrisa. Llora. Es la primera vez que llora de tristeza. Las lágrimas de felicidad se transforman en lágrimas de dolor, sufrimiento, incomprensión, miedo, soledad, rabia, enfado, ira, impotencia. No entiende por qué se esconden, por qué no están juntos como siempre. Llora y mami no le acaricia la piel. Llora y papá no ingenia mil estrategias para hacerle reír. Sus lágrimas se convierten en pesadillas y, sus pesadillas, en soledad. No puede dormir.

“Tengo que escapar,
siento que tengo que escapar, oh, sí...”

La muerte de una gigante roja que se acaba convirtiendo en enana blanca, es decir, en agujero negro. La niña es el agujero y, la separación, el horizonte de sucesos que separa la región del agujero negro del resto del universo.

Soledad. Idas y venidas. Huir, regresar. Perderse para encontrarse.

Aparto la mirada del espejo y me dirijo a mi nave especial con la sensación de estar reviviendo un episodio imprescindible de mi vida… Ahora sé que la separación se transforma, con el tiempo, en unión; el sufrimiento en fortaleza; la impotencia en acción; la rabia en compasión; la incomprensión en autoconocimiento; el miedo en resiliencia; la ira en paz; la soledad en independencia; el error en aprendizaje; el aprendizaje en acierto; el odio en amor; el enfado en entendimiento; el entendimiento en aceptación; la aceptación en perdón.

Pienso en mami. Pienso en papá. Pienso en mi flor, la última flor Lidia que quedaba en el Planeta Zamora. Pienso en todo lo que me ha ayudado, en todo lo que he crecido y superado. Mami se escondía tras el árbol porque estaba incluso más acojonada que yo. Papá se ocultaba tras el banco porque no quería que le viese el alma en pedazos. Yo salí corriendo porque dejé de comprender la realidad que me rodeaba y me sentí engañada, decepcionada, abandonada. Hoy, cinco del seis del dos mil veinte, ya no necesito la flor. Ha llegado el momento de devolvérsela a su verdadera dueña. 

Enciendo el motor y ¡EN MARCHA A MARTE, A AMARTE..!

“Vamos y veamos las estrellas,
la Vía Láctea o, incluso, Marte.
Donde pueda ser simplemente nuestro,
vamos a disiparnos en el sol,
deja que tu espíritu vuele,
a donde seamos una,
solo por un poco de diversión, oh, sí”.

Nada más pisar el Planeta Rojo escucho el ladrido de bienvenida de mis dos peluditos preferidos:

RATITA - ¡BLAS, NINA, YA ESTOY AQUÍ!

No se dejan engañar. Incluso habiendo mutado en roedor me reconocen. El amor no es ciego, es vidente. 

MAMI - ¿Ratita mía, eres tú?

Nos miramos. No recuerdo la última vez que la vi. Una lágrima cae por mi mejilla derecha y cae al suelo. Nace una flor. Una flor Lidia.

(Silencio)

MAMI - Cuánto tiempo, mi cuqui… No me lo puedo creer. Estás aquí. Eres tú.

Yo sigo en silencio. No puedo dejar de observar el brillo en sus ojos. Me quiere con toda su alma. Lo daría todo por mí. Hizo lo que pudo y continúa haciendo lo que puede y así será hasta el fin de los días. Soy lo más importante de su vida y lo sé. Tengo la prueba ante mí. Me sigue mirando con los ojos de aquella madre que acariciaba mi piel sensible.

Otra lágrima. Otra flor Lidia. Otra lágrima. Otra flor Lidia… En medio del desierto rojo, un oasis de reconciliación.

Nos derretimos en un abrazo eterno… La presión atmosférica aumenta y Marte recupera sus ríos, mares y océanos. La enana blanca crece y pasa por encima del horizonte de sucesos que separa la región del agujero negro del resto del universo. La niña de 12 años vuelve a la esquina derecha de la página de un cuaderno cuadriculado y recupera su sonrisa juguetona. Mira a papá. Mira a mami. Ambos salen de donde están y se acercan a la pequeña. Se derriten en un abrazo eterno…

RATITA - (Susurrando) “Sé que hay en tus ojos con solo mirar”...

MAMI - “Que estás cansada de andar y de andar”...

RATITA - “Es mejor perderse que nunca embarcar”...

MAMI - “Aunque ya ves que no es tan fácil empezar, sé que lo imposible se puede lograr, que la tristeza algún día se irá”...

RATITA - “Y así será. La vida cambia y cambiará”...

JUNTAS - ¡”Sentirás que el alma vuela por cantar una vez más”!

Nos entendemos. Nos reímos. Nos amamos. Somos lo más parecido a dos almas gemelas.

JUNTAS - ¡Te echaba tanto de menos…!

MAMI - Sabes que hoy es un día muy especial…

RATITA - Sí, mami, lo sé. Es más especial que nunca porque hoy soy yo la que te va a hacer tres regalos a tí.

MAMI - ¿Tres? Con la condición de que pruebes la delicia que acabo de preparar…

Se oye el ruido del reloj- alarma de la cocina en forma de elefante rosa. Mami sale escopeteada mientras grita “¡ahora vengo eh, no te vayas cariño!”.

Vuelvo a la nave en busca de las herramientas que necesito para el regalo de mami: guantes, set de limpieza, bandas anti-vibración, tinta color esperanza, aguja estéril pinta universos y máquina de tatuaje.

Comienzo a tatuar tres palabras sobre la borrosa banda de luz blanca a la que los terrícolas llaman Vía Láctea.

Los vikings creían que llevaba al destino de las almas de los muertos. Los celtas que se dirigía al castillo de la reina de las hadas. Los orientales se refieren a ella como un río de plata celestial. Los españoles lo vinculan al Camino de Santiago por ser guía de los peregrinos. Para mí es nuestro camino. Quiero que mami recuerde para siempre que, tras haber peleado tanto, aunque sigamos caminos diferentes, siempre serán parte de la misma vía, la Vía Color Esperanza.

Mami vuelve haciendo malabares con un montón de cosas: una corona de papel amarillo en la que pone “Felicidades Lidia”, veintitrés velas alrededor de un bol hasta arriba de pasta con queso y berberechos, un disfraz de conejo y una zanahoria…

RATITA - No hacía falta mami…

MAMI - La tradición es la tradición, hija…

De pronto, mira al espacio exterior y se le caen todos los objetos al suelo, uno por uno. Finalmente, ella cae de rodillas. Se queda en silencio. Ahora es ella la que llora. Repite en voz baja las tres palabras tatuadas sobre la borrosa banda de luz blanca a la que los terrícolas llaman Vía Láctea.

MAMI - “Confía en tí, confía en tí, confía en tí”…

Me acerco y le doy la flor que, hace años, ella me dio.

RATITA - Esta flor te acompañará durante tu viaje mami. Es la última flor Lidia que quedaba en Planeta Zamora y, ahora, es para tí. Te dará la fuerza para enfrentar, luchar, superar y crecer cuando te sientas pequeña, tus mantras tengan dudas o tus pensamientos se enreden. A partir de ahora todos y todas te conocerán por la mami guerrera.

(Silencio)

RATITA - Y aún queda tu tercer regalo…

Ella niega con la cabeza.

MAMI - ¡Hija, basta ya, que me va a explotar el corazón de emoción, felicidad, amor!

RATITA - ¡Es lo que tiene el viaje a AMARTE!

Mami es una artista. Tiene el don de ver donde los demás no ven. Ella percibe la esencia que nos conecta a todos, a todas, aquella que a la mayoría le pasa desapercibida… El arte de “mirarte”, de atreverse a ver. Por eso creo que le va a encantar conocer Estrellarte y, cómo no, a Debe. Estoy segura de que allí encontrará la paz interior, el bienestar más profundo de su ser, su fuente de creatividad sagrada. Ese será mi tercer regalo, devolverle la plenitud.

RATITA - Quiero que celebremos mi cumpleaños en Estrellarte, con Debe, los mellizos, los dos peluditos, papá, Doraemon, Lenny Kravitz y el elefante rosa.

MAMI - ¿Cómo? 

Le cuento todo mi viaje.

MAMI - Estás completamente loca, hija. Me apunto al plan con la condición de llevar la corona de papel amarillo, las velas, el bol, el disfraz y la zanahoria…

RATITA - Oye, mami…

MAMI - ¿Qué?

RATITA - ¿A qué viene lo del disfraz de conejo y la zanahoria?

MAMI - Lo sabrás cuando lo tengas que saber.

Odio cuando mi madre se pone tan enigmática. Odio no entender, quedarme con la intriga.

Lo preparamos todo juntas, avisamos a todos los invitados de la fiesta y nos ponemos en marcha.

Jamás se me olvidará la cara de Debe.

DEBE - Usted debería estar aquí, ¿no cree?

RATITA - Lo creo. Ahora soy yo quien toma las decisiones.

DEBE - Las pelotas del chiquipark me las regaló Lenny Kravitz a cambio de disfrazarme de conejo en el vigésimo tercer cumpleaños de su sobrina. Tuve que cantar utilizando una zanahoria como micrófono…

Mami sale de la nave vestida de conejo con una zanahoria en la mano.

RATITA - Déjeme que le presente… Ella es mami guerrera.

MAMI - Y, usted, debe ser el distinguido pintor, ¿verdad?

DEBE - Así es.

Debe se sonroja. Mami le ha gustado mucho. Se pone nervioso.

DEBE - Bu, bu, bueno… Eh… Que digo que deberíamos estar con los demás, ¿no creéis?

Le seguimos hasta la parte más luminosa de Estrellarte, donde me encuentro a los dos peluditos y a papá junto a mis nuevos amigos artistas de la luna, Doraemon, Lenny Kravitz y el elefante rosa. Han utilizado todo el material artístico para construir el paraíso de la diversión. Está la montaña rusa de plastilina, la caída libre de cerámica, los autos de choque de materiales reciclados, la noria de papel, el salón recreativo de bambú… Todo esto rodeado de playas, bosques tropicales, ríos, cascadas, montañas y campos abiertos coloreados con rotuladores, pinturas y demás utensilios. Hay zonas de arte, deporte y riesgo, belleza y bienestar, estudio y lectura, ocio y entretenimiento, naturaleza y exploración… Incluso han inventado un mecanismo capaz de crear lo que aún no existe, una especie de lámpara mágica en forma de elefante rosa.

TODOS Y TODAS AL UNÍSONO - ¡FELICIDADES RATITA GUERRERA, ESTE PARAÍSO ES PARA TÍ! Es para tí porque…

MAMI - ...Eres el ser más especial del universo…

LOS DOS PELUDITOS - ...¡GUAU!...

PAPÁ - ...Te miro y no puedo sentirme más orgulloso de tí. Tan hermosa, valiente, luchadora, inteligente, sensible, honrada, justa, divertida y leal...

DEBE - ...Has cumplido tu promesa. Has curado las heridas de mi corazón dañado y me has devuelto mi esencia de artista...

LOS MELLIZOS - ...Nos has liberado y nos has traído a este paraíso…

DORAEMON - … Has cantado mi canción mientras volabas sobre los océanos y me has tenido en cuenta sin apenas conocerme, invitándome a tu cumpleaños…

LENNY KRAVITZ - ...You have created an adventure from my lyrics and that is great for sponsoring me...

EL ELEFANTE ROSA - …

En ese momento el elefante me ve por segunda vez en mi cuerpo de roedor y empieza a gritar descontrolado. Ésta vez, por precaución, el cantante no está subido en él.

LENNY KRAVITZ - Take it easy my pink friend!

Ni caso. Desaparece por entre la montaña rusa de plastilina y la caída libre de cerámica.

LENNY KRAVITZ - Fly away…

Mami saca todo lo que se ha empeñado en traer.

MAMI - La tradición es…

PAPÁ - La tradición.

Mami me coloca la corona de papel amarillo mientras papá enciende las veintitrés velas alrededor de un bol hasta arriba de pasta con queso y berberechos. La nave tan especial como espacial ya me ha cambiado la vida. Lenny Kravitz tararea la melodía de la canción “Fly Away” subido a los dos peluditos. Los mellizos mueven la cabeza al ritmo de la música. Debe no para de sonreír, está en éxtasis. Papá me dice: “pide un deseo”. Doraemon se come un dorayaki sin dejar de observar a mami vestida de conejo, utilizando una zanahoria como micrófono para cantar:

MAMI -

Deseabas poder volar,
hacia el cielo, tan tan alto,
justo como una ratita guerrera…

Y lo has conseguido.

Ahora volarás por encima de la montaña rusa,
más allá de Estrellarte, en una sola dirección,
al lugar al que tú quieres, por fin, encontrar,
a tu propio lugar,
al asteroide Higia.

Ya no quieres escapar,
pero quieres seguir volando, explorando, experimentando, sí.

Vamos y veamos las estrellas,
nuestra Vía Color Esperanza o, incluso, Amarte.
Donde pueda ser simplemente nuestro,
vamos a disiparnos en el sol,
deja que tu espíritu vuele,
a donde seamos una,
solo por un poco de diversión, oh, sí.

Ya no tengo que escapar,
siento que soy libre en este lugar, oh, sí.

Quiero que sepas que, siempre que quieras,
querré salir volando contigo.
Que te estaremos esperando en el paraíso de la diversión para cuando quieras un achuchón, una sonrisa, un lametón y un “te quiero un montón”.

Corre, vuela, sé feliz.
Sé libre, pequeña,
CONFÍA EN TÍ…

Antes de soplar las velas, pruebo un poco de queso del bol. No me puedo resistir. Es superior a mí. Puro vicio. Una sensación extraña recorre mi cuerpo. Cosquillas. No puedo parar de reír. Les contagio la risa a los demás. La explosión de carcajadas me devuelve mi cuerpo humano. Ya no tengo cola, ni bigotes, ni pelo blanco teñido de colorines. Nadie reacciona, todo sigue igual. Miro a Lenny y me guiña un ojo.

PAPÁ - Vamos, hija, pide un deseo…

Me ajusto la corona y soplo las velas con un deseo claro: encontrar mi propio lugar.

Ha sido el día más feliz de mi vida. Me acompañan a la nave. Todos me saludan desde el paraíso de la diversión al que podré volver siempre que quiera.

El asteroide Higía forma parte del cinturón de asteroides que orbita entre los planetas Marte y Júpiter. Es símbolo de curación, limpieza y sanación.

Jamás pensé que encontraría un rincón tan Lidia en el universo. Tan personal, acogedor. Tan casa. La mía casa.

Me siento más libre que nunca. He encontrado mi lugar pero sabiendo que no hay un solo lugar, que puedo volver a Estrellarte cada vez que quiera diversión, creación, arte, amistad; a Amarte cuando quiera que mami me acaricie la piel; a la tierra cuando quiera pasar una tarde increíble con papá; a la finca de mis abuelos para jugar con los gatos, conejos y… No, las gallinas no.

Mi asteroide está repleto de cajas llenas de mis cosas, lápices, plastilina, brillantina, los cuentos que mami me contaba de pequeña, mis peluches (delfín, Gustavo y tarántula), una pantalla en la que puedo ver los Rugrarts y la banda del patio las 24 horas, el cuaderno de las mil preguntas sin respuesta, mi set completo de tatuaje, mis libros favoritos y una biblioteca entera para curiosear sobre los temas que más me interesan, mis discos preferidos, paisajes preciosos por los que pasear, una cama de un kilómetro de longitud, un telescopio para ver de cerca las tres palabras que me acompañarán siempre desde la Vía Color Esperanza, boles llenos hasta arriba de… y todo lo que más deseo.

He dado un salto bestia hacia mis sueños. Con todo lo que he aprendido durante mi aventura, estoy creando mi propio negocio con sello personal. He decidido ser tatuadora. Transformó lo pobre, triste y escaso en abundancia, felicidad y belleza. Le doy orden al caos y lo convierto en arte. Coloreo el sufrimiento de verde esperanza, de rojo pasión y de amarillo alegría. Porque la vida es eso. Metamorfosis. Transformación. Cambio constante y, por tanto, adaptación, crecimiento. Y qué mejor que crecer acompañada de las personas que más me quieren en el universo.

FIN

*Un día, entre las páginas del cuaderno de las mil preguntas sin respuesta encontré una notita de Lenny Kravitz: “I will give you the happiest day of your daughter's life in exchange for you dressing as a rabbit”.

*Con los años descubrí que lo del elefante rosa fue un capricho suyo para darle juego al conflicto entre roedores y elefantes. No se le escapa una…


Pedido de Anna Martín López