lunes, 4 de mayo de 2020

DESDE MI VENTANA

DESDE MI VENTANA

Mi nombre es Hugo, vivo en un tercero y desde mi ventana veo la habitación de Lola. Esto último lo descubrí el día que me dijeron que no podía salir de mi habitación porque me habían detectado coronavirus. Dicen que cuando la vida te cierra una puerta, se te abre una ventana… Y así fue.
Mi primera lágrima de impotencia deslizaba traviesa por mi mejilla cuando, de pronto, escuché la voz más dulce del mundo. Era ella, sentada en su balcón minúsculo repleto de adornos, colores vivos y plantas. Su voz, acompañada por un pequeño ukelele, fue capaz de transformar mi impotencia en admiración.
Desde aquel día, mi deseo por descubrir más sobre mi salvadora fue creciendo. Siempre me sorprendía con algo nuevo, era una caja de sorpresas sin fin.
Se le ocurrió pintar las paredes de su habitación. Las empezó a llenar de mariposas, mares, lunas, espirales y árboles. Cada forma cobraba vida en mi imaginación, llenando mis noches de paraísos tropicales, bosques profundos, rincones desconocidos… por explorar junto a ella, viajando sobre una mariposa gigante, observándolo todo desde lo más alto, desde la cima de los sueños.
Le encantaba mirarse al espejo. Se sentía poderosa, juguetona y libre. Deformaba su cara hasta dar con la expresión más extraña y se reía a carcajadas, se ponía seria y fingía estar furiosa, se ponía a llorar o le daban “ataques bailongos” y no paraba hasta que una voz le gritaba desde el salón: “¡Lola, a aplaudir, que ya son las ocho!”. Sí, sé que se llama Lola por todas las veces que su madre le llama para aplaudir, comer o reunirse con todos en el salón. Es en esos momentos cuando me la imagino disfrutando con su familia, o discutiendo, haciendo trampas al parchís o viendo las noticias, vacilando a su hermano pequeño, abrazando a su madre o escuchando las historias de su abuela…
Me hace feliz ver a Lola feliz. Me hace feliz ver a la gente unida. Me hace feliz pensar que esto de parar el tiempo hace que valoremos los pequeños detalles que en el día a día pasamos por alto. Me hace feliz que el planeta se tome un respiro, sentir que se está curando un poco. Me hace feliz que la gente se esté planteando preguntas. Me hace feliz el silencio en las calles, la paz que se respira en el barrio.
Ella me ha enseñado que la vida no tiene tanto que ver con el “dónde”, sino con el “cómo”, que todo depende de las gafas con las que miras el mundo y que no hay nada que no podamos enfrentar con creatividad, humor e imaginación.
Entre mis manos sostengo el cuaderno amarillo en el que escribo a diario todas aquellas cosas que me están enamorando de Lola, todo lo que me enseña y me hace sentir. No sé cuánto tiempo seguiré aquí, el caso es que ya no me importa. Cada vez que miro por mi ventana se para el tiempo. Y en ese oasis atemporal me divierto pensando en la reacción de Lola cuando le regale el cuaderno amarillo.


Pedido de Lola Megias

"1. Amor en período de confinamiento.
2. Desde una ventana.
3. Una de las protas es Lola.
4. La madre de Lola le grita desde el salón que vaya a aplaudir cuando llegan las 8 de la tarde. 
5. Final abierto".

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