sábado, 9 de mayo de 2020

LOS ABRAZOS BONITOS

LOS ABRAZOS BONITOS

Un pedido simultáneo me llega desde las dos orillas del Atlántico.

Nunca antes había hecho la conexión entre el dibujo que forman Latinoamérica y África en el mapa satelital y la copa de Rubin.

Es un ejemplo perfecto de ilusiones de figura y fondo, en las que hay ambigüedad porque, entre dos imágenes con una frontera común, cada una de ellas puede ser la figura o el fondo, como en este caso ocurre con la copa y las dos caras mirándose: las dos caras de un mismo ser dividido en dos cuerpos de mujer. 

Ambas nacieron el 29 de abril, día internacional de la danza. Desarrollaron una pasión irrefrenable por la expresión, la creatividad y el conocimiento en todas sus facetas. Eran ambiciosas en su trabajo por lograr el equilibrio entre el cuerpo, la mente y las emociones.

Neferet nació en Río de Janeiro, Brasil y, tras estudiar danza en el Conservatorio Theatro Municipal Río de Janeiro, se mudó a Madrid.

Lana nació en Madrid, España y, tras estudiar danza en el Real Conservatorio Profesional de Madrid, se mudó a Río de Janeiro.

Tuvieron vidas paralelas. Contaron con el apoyo de una madre que les inculcó valores humanos basados en el amor, el respeto y el trabajo. Puso todo su amor en ponerles la vida más bonita. Les heredó una sonrisa infinita con la que enfrentar cualquier dificultad. Eran valientes, luchadoras, constantes. Sabían lo que querían y cómo lo querían. No pasaban desapercibidas. Decidían cuándo pisar fuerte y cuándo soltar el timón para dejarse llevar hasta que, un buen día, llegaron a la isla de la nueva vida. Estaban embarazadas. Estaban acompañadas. Estaban felices.

El parto llegó sin avisar, en el momento menos esperado, como todo lo bueno que ocurre en la vida. Tener al pequeño en brazos detuvo el tiempo de las dos jóvenes bailarinas, que se transformaron en madres bailarinas.

Dos madres bailarinas que tenían la sensación de pertenecer a otra época porque durante siglos y siglos y siglos habían caído en el mismo error de desear lo que no tenían, de querer y no arriesgar. El mismo sueño les aparecía a las 00:00 de cada 29 de abril de la historia de la humanidad. El mismo sueño que unía los dos cuerpos de mujer en un mismo ser con dos caras. El sueño les permitía atravesar el Atlántico para encarnar la vida de la cara opuesta. Saboreaban la sensación de tener aquello que les faltaba, sin darse cuenta de que lo único que necesitaban era poder soñar con su propia vida. Esa era la llave para abrir la jaula, para salir de la reencarnación eterna.

Cuando una no juega con todo, o se queda a medias o pierde.

Durante siglos y siglos y siglos...

Neferet tuvo al pequeño Thiago. Su vida dio un giro de 360 grados. Su exigente profesión de bailarina, coreógrafa y profesora tenía que complementarse con su maternidad. La prioridad: su hijo. Nunca era suficiente, siempre podía esforzarse un poco más. La responsabilidad era casi tan grande como la exigencia. Neferet nunca se quejaba, decía poder con todo y así fue. En su interior guardaba una fuente interminable de energía de la que pudieron beber todos y cada uno de sus alumnos. Su inmensa sonrisa se convirtió en su marca personal. Con ella era capaz de devolver la confianza e ilusión de quien las había perdido, la visión del que no se atrevía a ver, el permiso para llevar a cabo las pasiones prohibidas, la valentía del cobarde, la picardía del vergonzoso, la alegría de quien no paraba de llorar… No fue fácil.

Durante siglos y siglos y siglos...

Lana tuvo al pequeño Thiago. Su vida dio un giro de 360 grados. A las pocas horas del parto sintió un fuerte dolor de espalda. Sesenta días después estaba en silla de ruedas. Sus piernas no respondían. Sufrió una paraplejia aguda. Según el informe hospitalario la parálisis fue consecuencia de un procedimiento de punción epidural para la anestesia por parto. No perdió la esperanza, ni la fuerza, ni la alegría de ver su sonrisa reflejada en los diminutos ojitos de su recién nacido. Lo que más le gustaba era cantarle, acariciarle la piel, imaginar en voz alta lo feliz que iba a ser su hijo. Anhelaba la danza, los escenarios, la vida del artista pero, a cambio, disponía de todo su tiempo. Dejó de sentirse como un pájaro sin alas, encontrando otra manera de volar… No fue fácil.

Neferet convirtió la danza en herramienta para ganar el dinero que necesitaba si quería seguir en contacto con su pasión mientras su hijo gozaba de una vida sin preocupaciones. 

Lana convirtió la danza en el amuleto que le hizo volar alto, más alto que nunca: lo dejó todo para crear una comunidad donde poder criar a su bebé. En lo alto de la montaña y cerca del mar construyó, junto a personas que compartían valores parecidos a los suyos, un espacio cálido y acogedor con casitas de madera y piedra.

Es entonces cuando se dieron cuenta de que la danza era mucho más que una suma de movimientos y técnicas estéticas. Era la fuerza interior de ambas luchadoras, estuvieran donde estuvieran, era su forma de expresarse ante la vida.

Durante siglos y siglos y siglos habían caído en el mismo error de desear lo que no tenían, de querer y no arriesgar. El mismo sueño les aparecía a las 00:00 de cada 29 de abril de la historia de la humanidad. El mismo sueño que unía los dos cuerpos de mujer en un mismo ser con dos caras:

Neferet sueña que vive en Madrid y se dedica a lo que siempre a soñado.
   
Lana sueña que vive en Río de Janeiro en lo alto de la montaña y cerca del mar.

El 26 de abril del 2020, tres días antes de que llegase el día del sueño y en medio de una pandemia, a ambas se les ocurre compartir la idea con la que habían estado soñando durante años con una joven cuentacuentos que, por fin, las libera de la jaula.

Jamás volverán a soñar con otra vida. No habrá miedo que les impida coger el camino que realmente desean, pues poseen lo más valioso del mundo: los abrazos bonitos de un hijo que dispara el corazón de una madre.


Pedido anónimo bajo el seudónimo de Lana

"1. La protagonista se llama Neferet.
2. Su objetivo en la vida es mantener los valores humanos que sus padres le han inculcado. 
3. La dificultad del personaje es sentir que vive en una época que no le corresponde. 
4. En algún momento Neferet conoce algunas personas con valores parecidos a los suyos. 
5. Crearán una comunidad en el alto de una montaña y cerca del mar. Construirán un espacio cálido y acogedor con casitas de madera y piedra. 
6. El final del cuento será esperanzador. 

¡¡¡Diviértete!!! 

Muchas gracias por tu iniciativa :)"

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