sábado, 25 de abril de 2020

DELIRIOS DE AMOR

DELIRIOS DE AMOR 

Ahí me encontraba yo. Una vez más sola, con la única compañía de aquella pared “blanca”. Había permanecido tanto tiempo observándola, que había adquirido una infinidad de matices nuevos. Ya no podría definirla como blanca. Es lo que ocurre cuando realmente ponemos atención en mirar algo, en mirar a alguien. De pronto, cambia. La realidad está dimensionada, pero nadie tiene los minutos ni la voluntad de ver más allá. 

Creemos que podemos delimitar la línea que existe entre lo “normal” y lo “anormal”, pero no tenemos ni idea de lo que eso significa. 

¿Qué consecuencias tiene trazar esa línea? Para mí: la pared “blanca”.

Cuando naces, se pasan los primeros años convenciendote de lo especial que eres, de lo mucho que vales por ser como eres y de que siempre tendrás tu lugar en el mundo.
Con el tiempo, te das cuenta de cómo son las cosas: si eres más especial de la cuenta te quedas solo, si eres tú mismo te la juegas y, sí, “siempre tendrás tu lugar en el mundo”, pero serán otros los que decidan cuál.

¡PLENO! Yo gané la partida: me quedé sola, me la jugué y aquí estoy.

Sé que en este lugar hay más locos bebiendo de la misma soledad. Hay quien prefiere sentirse vigilado, paranoico, perseguido o torturado antes que estar solo. 

La locura es la excusa para apartarnos de la sociedad, para dividirnos aún más. No hay espacio para lo diferente. Nadie quiere convivir con el sufrimiento, la tristeza, la duda. Está mal visto tener miedo, vergüenza, envidia, odio. No dejamos de tapar lo que viene después de cada “qué tal”. Nos hemos dejado de mirar por miedo a ver. Vamos a toda puta ostia para no sentir. ¿Quién sería capaz de soportar la “realidad” que hemos creado si dejara que todo le afectara? 

La locura es mi manera de estar en el mundo, mi grito de auxilio, mi necesidad de parar, mi forma de decir que yo sí siento.

Aquí, con mis locos, no siento la necesidad constante de interpretar un personaje para ser aceptada. Puedo ser yo misma. Pero es tan duro asumir que te han desdibujado del mapa que, aún pudiendo ser yo, no me quedan fuerzas. Me han robado mi identidad, mi libertad, mi energía. Estoy condenada a una enfermedad “crónica”. Y por supuesto que la tengo, no puedo curarme de ser quien soy.

Nos encierran con la excusa de tener un trastorno mental y nos anulan por completo. No recuerdo hace cuánto dejé de ser Sabrina para convertirme en “la número 123”.

Me diagnosticaron Esquizofrenia Residual de origen idiopático, es decir, de causa desconocida. Me han contado que sufrí un episodio psicótico y que se me fue de las manos… Yo sólo recuerdo flores.

¿No es curioso que “psiquiatría” signifique “curación del alma” y se encargue de curar trastornos mentales? ¿En qué momento pasaron de curar almas a curar mentes? ¿Y quién me puede explicar “la ruptura o división de la razón, mente” que se le atribuye a la esquizofrenia? 

No creo que exista ninguna mente “sana”. La mente es lo más parecido al intento de ordenar nuestro impulso inconsciente y, que yo sepa, tachan de insano a quien no ordena como lo hace la gran mayoría. Por lo tanto, lo que me están queriendo decir con tanta terminología es que estorbo. 

Una persona con esquizofrenia, generalmente, muestra un lenguaje y pensamientos desorganizados, delirios, alucinaciones, trastornos afectivos y conducta inadecuada, y una persona sin esquizofrenia también. 

Frente a esta pared “blanca” he aprendido que, casualmente, hay muchos más casos de esquizofrenia en los países más “desarrollados” y que los pacientes suelen proceder de contextos de inestabilidad emocional, pobreza, drogodependencia, ansiedad, desempleo, maltrato… En conclusión, malas condiciones de vida. 

Antes de que me trajesen a esta sala pude hablar con una sola persona mientras esperaba los resultados de mi diagnosis. Margarita miraba a la nada, sin dejar de acariciar a su osito de peluche desgastado… Nunca sabré si me regaló o si tuve la suerte de presenciar las últimas palabras de un ser que había dejado de ser hace años: 

MARGARITA- ¿Qué podría sucederle a una persona que deja de dormir, de hablar, de comer y de percibir la “realidad”? Yo no hice nada malo, lo juro. Simplemente, un día, me perdí por la calle yendo a mi trabajo. Nunca lo olvidaré, no sabía qué me pasaba, lloraba y lloraba sin consuelo. Lo llamaron trastorno esquizoafectivo…

En cuanto su “cuidador” se percató de que estaba hablando más de la cuenta le agarró y se la llevó mientras gritaba desde su profunda agonía:

MARGARITA- ¡El mundo nos comió, fuimos engullidos por el sistema inaguantable para nuestras débiles personalidades. Éramos fuertes sí. Éramos. Ahora buscamos en nuestro pasado como un mendigo busca en la basura. Dejar de vernos como parte útil de la sociedad nos convierte en juguetes rotos!

Le arrancó la cabeza de un mordisco a su osito de peluche y se fue, se fue para siempre. 

Le pregunté a mi pared si existen delirios perfectos y me contestó con el sonido de una puerta abriéndose. ¿Hora de comer, de ir al servicio, de dormir, de morir? Cualquiera de ellas era mejor que seguir ahí, muerta de asco.

IRIS- Te lo voy a preguntar por última vez: ¿De dónde coño sacaste la tinta para las flores?
SABRINA- ¿Quién habla? No hablo con desconocidos. Una loca conserva sus principios.
IRIS- Me habían advertido de tu sentido del humor…
SABRINA - Me alaga que habléis de mí. Gracias, señorita X.
IRIS- Señorita Iris. 
SABRINA- ¡Llegó la Mensajera de los dioses para devolverme la esperanza!
IRIS- Silencio. 
SABRINA- ¿Cómo quieres que te conteste en silencio?

Sentí la euforia de cuando alguien te libera las manos. 

SABRINA- ¿El delirio surge como respuesta a la falta de una necesidad básica o es otro producto social?
IRIS- Sabrina, por favor. 
SABRINA- Está bien. Si me sacas al jardín tendrás tu respuesta…

Y así fue. Es increíble cómo lo imposible se vuelve fácil en cuestión de segundos. Antes de que pudiese ver o reconocer cualquier cosa me tapó los ojos. No sé qué había hecho, ni qué era eso de las flores, pero estaba claro que, esta vez, la había liado parda.

Cuando me destapó los ojos sentí que algo en mí se despertaba… Un lirio rojo como la sangre. De pronto, las imágenes empezaron a llegar una tras otra: mi obsesión por aquella mujer, la indiferencia que se transformó en ira, la sed de venganza, la pérdida de control, el “de- lirio”. 

IRIS- ¿Sabrina?
SABRINA- Sí, sí… Hacía demasiado que no tenía en frente algo tan bello. 

Giré la cabeza para verle la cara a aquella persona que me había conseguido sacar y…

SABRINA- Hacía demasiado que no tenía en frente algo tan bello…

Iris se quedó sin saber qué decir, con la cara cada vez más roja. ¿Le había gustado mi cumplido o se estaba convirtiendo en Son Goku super saiyan?

IRIS- ¿Vas a responder?
SABRINA- ¿De dónde has salido? Tú no tienes pinta de psiquiatra.

Me volvió a tapar los ojos.

SABRINA- No, no, no. Por favor. Déjame verte.

Me empezó a guiar nuevamente hacia la pared del color que ya sabéis…

SABRINA- ¡FUE UN “DE- LIRIO” DE AMOR!

Paramos en seco. Silencio.

IRIS- Ingenioso juego de palabras… Está más que claro que fue un delirio. Lo que quiero que me cuentes es de quién era la sangre, cómo la conseguiste y de dónde viene tu plan de ir pintando lirios por toda la ciudad.
SABRINA- Siendo psiquiatra, si es que lo eres, sabrás que la inestabilidad emocional te lleva a perder el control. Nunca se me ha dado bien esto del amor o, mejor dicho, la parte de crear el vínculo con la otra persona. Soy experta en enamorarme hasta…
IRIS- Hasta matar.
SABRINA- No recuerdo.
IRIS- Ahora no recuerdas…
SABRINA- ¿Cuántos años tienes?
IRIS- ¿Y eso a qué viene?
SABRINA- Es importante.
IRIS- 31.
SABRINA- ¿Acuario?
IRIS- Basta.
SABRINA- Yo he respondido…
IRIS- Sí, acuario.
SABRINA- No la mate. Yo soy tauro.
IRIS- ¿Dónde está?
SABRINA- ¿Flor favorita?

(Silencio)

SABRINA- Lo sabía. 
IRIS- ¿Dónde está?
SABRINA- El lirio.
IRIS- Repito: ¿Dónde coño está?
SABRINA- Quítame la venda para poder pensar con claridad, por favor…

Ojos abiertos con un único objetivo: encontrarse con los de Iris.

SABRINA- Pero déjame verte, sino no puedo concentrarme. Es incómodo hablar a alguien sin mirarle a los ojos.
IRIS- ¿Dónde está?
SABRINA- En tus ojos.
IRIS- No te voy a dar la vuelta.
SABRINA- ¿Qué serías capaz de hacer por amor?
IRIS- ¿Mi trabajo no te parece suficiente?
SABRINA- Vayámonos. Esto no tiene sentido, Iris.
IRIS- ¿Pero tú estás loca?
SABRINA- Le preguntó la psiquiatra a su paciente…

Le salió una pequeña risita tímida. 

SABRINA- No veo, pero escucho… Te has reído.
IRIS- No. 
SABRINA- ¿Y tú, estás loca?
IRIS- Me exigen que en 15 minutos conozca a alguien tanto como para ponerle un diagnóstico, con todo lo que eso conlleva, y después tengo que salir por esa puerta y fingir que todo está bien y que aquí tenemos medios para curar la locura… 
SABRINA- Dentro y fuera es lo mismo, “normal” y “anormal” es lo mismo, loco y cuerdo es lo mismo… Lo realmente preocupante es que el psiquiatra se crea más su teoría que el loco su delirio. 
IRIS- ¿Te ha llegado el momento del "orgullo del loco"?
SABRINA- Las psiquiatras sois todas unas envidiosas… Todas deseando mirar el paisaje que esconde la pared “blanca”.
IRIS- Pronto la llenarás de tus pintadas… 
SABRINA- No me has dicho qué serías capaz de hacer por amor.
IRIS- Ya te lo he dicho: curar el alma de quien lo necesite.
SABRINA- Yo lo necesito. 
IRIS- Tú ya has hablado lo suficiente por hoy, Sabrina. Veo que no estás por la labor de colaborar.

Me quedé en silencio, degustando ese sabor dulce que se te queda cuando encuentras a alguien que te enciende la ilusión. Esta vez me llevó a la cama. Techo “blanco”, corazón rojo, sueños “arco- iris”... 

Algo había cambiado en mí. Ya no era la misma. Tenía un deseo, un objetivo claro: amor y libertad. Pensaba liberar cada alma de ese lugar y escaparme con Iris. Cuando no tienes nada que perder solo puedes ganar. A medida que iban pasando los días, fui consiguiendo que me diesen más libertades. Obedecía y sonreía, no más. Me hice con las pinturas de la “sala común” y comencé a dibujar lirios por todas partes, junto a la frase “de- lirios de amor”. Las pocas veces que me permitían salir a la huerta, recogía lirios. Cada lirio le fue entregado a un paciente con un mensaje: “si el lirio bajo la puerta 123 dejas, que de aquí prefieres salir reflejas”. Me encargué de que le llegara el último lirio a mi Iris, acompañado del mismo mensaje. Jamás apareció un lirio bajo la puerta…

¿Qué es el amor? Amor es aceptación. ¿Qué es la libertad? Libertad es elegir tu lugar en el mundo. Mis queridos locos no sentían ni una ni la otra. Por eso eran “locos”. Porque cuando no tienes ni amor, ni libertad, no puede ser tú. Y cuando no puedes ser tú, tienes que elegir entre fingir ser otra persona o rebelarte. 

Una vez más sola. Sola pero libre. Estaba a punto de salir por la puerta cuando alguien me llamó por mi nombre: “¡Sabrina, espera!”. Era Iris. Me miró a los ojos y me devolvió el lirio. 

IRIS- Yo también quiero decir en algún momento de mi vida: “¡FUE UN “DE- LIRIO DE AMOR!”



Pedido de Sabrina Simón

"Yo, Sabrina Simón Coelho, solicito un cuento para mi misma, jeje, ñam ñam.

1- La protagonista será una supuesta enferma mental encerrada en un psiquiátrico. 

2- Su objetivo en la vida estudiar, ayudar y liberar a los "enfermxs mentales".

3- Dificultad del personaje que se enamora de la psiquiatra y ella de ella.

4- En algún momento de la historia Sabrina está en el huerto del psiquiátrico y descubre algo.

5- El final del cuento será la libertad y el amor. 


Muchas gracias de antemano por esta iniciativa. Me encanta y es un regalazo". 

2 comentarios:

  1. Mi querida Ilargi:
    Como eres tan sentida y observadora tú...me ha llegado al corazón.
    Admiro tu creatividad, tu inteligencia, tu consciencia, tu madurez, tu observación, tu escucha, tu manera de expresarte tan cercana y cariñosa con tanta empatía.
    Ha sido todo un regalazo verme reflejada en esta historia, me he sentido bastante identificada y ojalá en cierto modo se cumplan algunos trozos del argumento aunque no todos claro.
    Gracias por el detalle de la canción, es preciosa.
    Me gusta tu manera de transmitir lo que tienes dentro porque consigues bien ponerte en el lugar del otro.
    Un gran abrazo flor de lirio💜

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  2. Preciosa Sabrina... esa locura es el sentir la vida. Mil besos bella

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