martes, 19 de mayo de 2020

La rosa del viento

La rosa del viento

Hablemos del amor de una madre. 

El amor sin límites, el amor incondicional, el que va más allá de la imaginación.

Estoy segura de que alguna vez en tu vida una madre te ha mirado a los ojos y te ha contado lo que ha significado para ella tener a su garbancito entre sus brazos. Un ser tan frágil, vulnerable y puro que te recuerda que hay que cuidar de las personas como si fuesen la fina capa de hielo que cubre un lago. De pronto, te sientes tan jodidamente feliz como acojonada, responsable y llena de dudas y preguntas. Ya no puedes volver atrás, ese bichito ya forma parte del registro civil de nacimiento del estado, de tu vida y, también, de la historia de la humanidad. Respiras. En esos momentos en los que te pones a pensar que un ser vivo depende única y exclusivamente de tí… Le miras a los ojitos y toda voz queda en silencio, atenta a la melodía de las pieles juntas que se aman.

Eres madre pero aún no lo asimilas. Eres madre como tu madre y como tu abuela y como la madre que parió a tu abuela y, también, a tu bisabuela y, joder… ¡Cuánta madre junta!

Entonces llegan las maravillosas ideas preconcebidas sobre lo que supuestamente tiene o no tiene que ser una madre, la presión de tener que ser la madre perfecta y educar a tu bebé como bien se sabe que hay que educarlo. Porque sabemos muy bien que eso de cometer errores o tener dudas no está bien visto. Entras en el juego por miedo a que una mala decisión le vaya a afectar a tu pequeña. Tú dejas de ser la prioridad, eres la capitana de un barco a la deriva, con el timón en las manos y sin saber cómo llegar a buen puerto…

Las inseguridades bailan con las alegrías, los ataques de risa y las caricias sin fin. Un ser que no sabes de dónde ha llegado hace que, día tras día, te replantees lo que te han metido en la cabeza. La criatura es el instinto con patas sin ley que tiene el lloro como grito de guerra. Si tiene hambre llora, si tiene sueño llora, si se siente sola llora, si le apetece llora y si se caga, caga. La que tiene sueño, pero no llora, eres tú… Los primeros años son un desafío constante, como uno de esos videojuegos en los que cae comida desde el cielo y no puedes dejar que nada toque el suelo pero cae cada vez más y más y más comida y: o corres o estás perdida.

Yo me puse a correr la maratón. Tenía claro que no me iba a quedar atrás y que iba a ser la mejor versión de mí misma, la mejor madre para la mejor hija. Y cuando digo “mejor” no me comparo, me refiero a que voy a ser lo mejor que pueda a cada instante. No más.

La vida es navegación, "el arte de dominar el barco", que algunos definen como "encontrar el camino". El océano no deja a nadie indiferente. Te sacude, te balancea, te amenaza, te susurra, te grita con furia o te mece con el sonido de sus olas más dóciles… Te enseña a agarrarte a la vida con dientes, con garras, con todo. Una vez que demuestras que realmente mereces “encontrar el camino”, las corrientes serán las primeras en ayudarte, en encaminarte, en recordarte que todo lo anterior fue necesario para crecer, para adquirir más consciencia de lo que es ganar, amar, soñar, compartir, para valorar los momentos felices, aquellos que te llenan la barriga de mariposas, fuegos artificiales, colores, cosquillas, esperanzas e ilusiones con purpurina.

No puedo sacarme de la cabeza la tormenta que me dejó al mando de la manada. Papá ya no estaría para los cambios de timón, las noches más frías, los abrazos mágicos que calman las mareas del corazón… Nos quedamos mi piratilla, los cachorros y yo. Cuando caes al vacío te das cuenta de que no hay vacío, de que es una ilusión, de que tú decides si quieres vivir en blanco y negro o en color. La fuerza me venía desde dentro como un geyser, un chorro de vitalidad que nacía de cada abrazo, beso, lametón, trastada o locura. Tenía claro que mis asalvajados y yo llegaríamos a nuestro destino. Al fin y al cabo, las tormentas más grandes se transforman en los arcoirises más resplandecientes, aquellos que te tiñen el alma de tus colores favoritos. Pero esto no lo sabes hasta tiempo después, cuando las olas se calman, los vientos cesan, el sol sale y las noches no pesan.

Pasé años y años intentando capturar la magia fugaz y huidiza de las primeras veces: el primer “mama” de mi hija o “guau” de mis dentados, las primeras gamberradas, los primeros pasos, el primer baile, diente y carcajada. Con la cámara entre las manos soñaba con parar el tiempo, para poder volver a todas y cada una de las estrellas fugaces que inundaban nuestro inmenso cielo, techo del navío que se había convertido en hogar.

Sé cuándo un recuerdo se queda grabado en mi memoria. Lo noto. Me invade un escalofrío. Al principio me entra el frío del miedo, la sensación de ver cómo desaparecen los momentos más felices de mi vida, pero eso dura sólo unos segundos. Inmediatamente me concentro en archivar la estrella fugaz en su carpeta correspondiente para poder acceder a ella el resto de mi vida y me siento agradecida por poder estar llenando tantas y tantas carpetas… 

La noche en la que mi pequeña gran Silke cumplió 9 años, hubo lluvia de estrellas.

Si os contara cuál fue su noveno regalo de cumpleaños no os lo creeríais…

¡UNA BRÚJULA CON LA ROSA DE LOS VIENTOS CAPAZ DE VIAJAR MÁS ALLÁ DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO!

La encontré hace años, un domingo, en el puesto más apartado del Rastro. Una ganga de un solo uso que te permite revivir y compartir algunas de las estrellas fugaces que has ido recopilando desde tu nacimiento con la persona a la que más amas en el universo. Recuerdo las advertencias de Don Anselmo, el vendedor, quien no paraba de repetirme una y otra vez: “El mecanismo se pondrá en marcha únicamente si se monta con la persona que más ama en el universo, sino no funcionará. Se autodestruirá y habrá perdido su oportunidad para siempre. Ya no quedan más dispositivos como éste, señora, no sea imprudente. Recuerde: la persona que más ama en el universo”. No me preocupaba en absoluto. Tenía claro lo que aquel ser de 9 años significaba para mí.

En nuestra manada tenemos un pequeño ritual para recibir regalos… Cerramos los ojos y abrimos la imaginación. Caminamos hasta llegar a un arcoiris y buscamos el tesoro que todo arcoiris esconde. Nos colocamos frente al cofre y agradecemos el haber llegado hasta ahí, sin importar que el cofre se abra o no. La ineludible sonrisa de satisfacción es la señal para recibir el regalo.

Me había costado mucho educar a los cachorros para que no se adelantaran a la pequeña pirata. Les advertí con la mirada y me entendieron. Silke agarró el paquete entre sus manos:

SILKE - Mamá, te juro que esta vez creía que el cofre no se iba a abrir pero no me importaba, los colores eran tan bonitos…

VERDE - No sabes lo orgullosa que estoy de tí, cumpleañera.

Silke abrió el regalo muy lentamente… Le encantaba mantenernos intrigados, expectantes.

SILKE - ¿Para que no me pierda de camino al cole?

VERDE - ¡UNA BRÚJULA CON LA ROSA DE LOS VIENTOS CAPAZ DE VIAJAR MÁS ALLÁ DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO!

SILKE - ¿Qué? ¿La rosa de los vientos? Mamá, ¿Estás bien?

VERDE - Toda brújula contiene una rosa de los vientos Silke, es ese símbolo en forma de flor en el interior, ¿ves?

SILKE - Ah, ¿y para qué es?

VERDE - Indica los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte: norte, sur, este y oeste. Pero ésta no es como las demás, ésta es única y especial, como tú.

SILKE - ¿Y qué tiene de especial?

VERDE - Por ejemplo que la podrás utilizar una sola vez.

SILKE - ¿Una sola vez? Pues vaya…

VERDE - ¿Cuántas veces se vive la vida?

SILKE - Pues ya no lo sé… Porque Lucía dice que cuando nos morimos volvemos a nacer en otro cuerpo y Alfonso dice que nunca nos morimos y la profesora dice que no lo sabe porque cree que aún no se ha muerto y…

VERDE - Ya, cariño, pero aún renaciendo viviríamos otra vida diferente porque nada es igual dos veces. El pozo de peces de nuestro barrio de Aravaca, por ejemplo, nunca es igual. Ni el pozo, ni los peces. O la abuela y sus lentejas. El cielo. Mi pelo. Los chistes de tu tío, la pizarra de tu clase o tú misma. Todo está en constante cambio.

SILKE - Pues entonces… Se vive una vez, ¿no?

VERDE - Hoy decidimos que sí, que cada vida se vive una sola vez… Mañana ya veremos, puede que Lucía, Alfonso y tu profesora tengan novedades interesantes.

SILKE - ¿Y qué tiene que ver eso con que solo podré utilizar mi regalo una vez?

VERDE - Lo que quería que entendieras es que las cosas más maravillosas de este mundo ocurren una sola vez y por eso es tan especial este regalo, Silke, porque lo recordarás para siempre, y mientras lo estés viviendo lo disfrutarás sabiendo que es una experiencia sin igual.

SILKE - Ala… ¿y de qué has dicho que es capaz, mamá?

VERDE - ¡ES CAPAZ DE VIAJAR MÁS ALLÁ DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO!

SILKE - ¡Yummy, yummy!

VERDE - Hija, ¿te acuerdas de cuando Papá y yo nos divorciamos?

SILKE - ¿A qué viene eso?

VERDE - ¿Te acuerdas o no, cariño?

(Silencio).

VERDE - Yo no puedo sacarmelo de la cabeza.

(Silencio)

VERDE - Llevo años esperando este momento, esperando el día en el que tú estuvieses preparada para viajar por tus recuerdos...

SILKE - Mamá, te estás poniendo muy Weird. ¿Qué me quieres decir?

VERDE - Que si está máquina funciona nos liberará de la tormenta Silke, nos permitirá soltar, dejar ir… ¡VOLAR!

SILKE - AH…

VERDE - Pero, para ello, tienes que querer. ¿Quieres que viajemos juntas a las estrellas fugaces que hemos ido recopilando desde tu nacimiento?

SILKE - Sólo si vienes conmigo.

Así comenzó el viaje a las profundidades del alma, donde se esconden las estrellas más brillantes. Hacía tiempo que notaba a mi niña ausente. Un divorcio no es fácil para nadie. La tormenta trajo consigo una ráfaga de emociones. Incomprensión. Tristeza. Rabia. Enfado. Dolor. Impotencia. Miedo. A la pequeña rosa de los vientos le salieron espinas para protegerse, para defenderse de un dolor punzante y desgarrador… Ella no se merecía nada de eso pero tampoco mamá, ni papá, ni los cachorros, ni siquiera la propia embarcación. Nadie se merece o deja de merecer las tormentas, sencillamente llegan y te ponen el barco patas arriba. Mamá estaba tan destrozada y atemorizada como ella, pero jamás lo dijo, estaba demasiado ocupada en cuidar de la flor, tan frágil, tan bella, tan sensible… Las espinas no dejan que el dolor entre, pero, tampoco, que salga. Fueron necesarias en su momento, pero ya no lo son. Silke es una cumpleañera afortunada, está rodeada de otras flores hermosas que le aman sin límites. Es hora de deshacerse de las espinas, del dolor, de las lágrimas encarceladas. Es hora de florecer, de dejar ir, de aceptar, de transformar lo que fue en lo que será. Es hora de viajar hacia las estrellas fugaces que iluminarán un futuro celestial.

Silke puso en marcha la brújula y...

18-11-81, nacimiento de una hija que será madre.

Weird 13.

Escorpio.

“Don't ever let life pass you by”.

Una madre sin poder parar de contemplar la mano de una recién nacida llamada Silke.

La “celestial”, vinculada al cielo, a lo espiritual, lejos de lo terrenal.

American bulldog con cuatro manchas, Dawa de Sagarmatha, enseña la tripita para ser acariciada.

La creación de la manada de seres vulnerables llenos de coraje.

Una niña perro y un perro humano se hacen inseparables.

Los paseos sin fin.

La naturaleza siempre cerca. Inspiración. Paz.

Flores. Muchas flores. De todos los colores.

Rosa. Viento. Rosa. Espina. Rosa. Libre.

Anime, manga, dibujos animados.

Tatuajes, tinta, colores.

Los piececitos de un ser que ha aprendido a caminar…

Candanchú, Nepal, Cercedilla, Laos, Camboya, Islandia, Japón, Holanda, Hong Kong, Viveiro, Madrid...

Montaña, playa, río, cascada, bosque, lago, mar… Perderse para encontrarse.

Arcoíris. Arcoíris. Arcoíris.

Amanecer, atardecer, anochecer… Cómo cambia el color del cielo.

La sonrisa como bandera.

Aravaca es casa. Rivas es casa. Tú eres casa.

Rojo, verde, azul, amarillo, naranja…

Cambios de piel, cambios de look, cambios de humor, cambios de vida.

La imagen abstracta de la tinta diluida que forma dibujos aleatorios en el destino de una madre y una hija que luchan por llenar sus vidas de colores.

Tormentas, rayos y truenos.

Gota. Lluvia. Lágrimas. Frío.

Arcoíris. Carcajadas. Familia. Amor. Calor.

Ostergaards Dorje se suma a la familia.

Los ojitos de Dawa tras comerse un juguete de Silke.

Silke decide dibujar en los perros con rotuladores de colores.

Holi party festival dentro de los corazones weird.

La pequeña traviesa se pinta las uñas por primera vez… Las uñas, los dedos y el pie. Rosa y azul, azul y rosa.

Volar entre las nubes. Sensación de libertad.

La mirada de los cachorros antes de darles una galleta perruna.

Los abrazos de mi niña…

Caramelos Japón de melón.

Nuestras primeras navidades. Un pequeño árbol repleto de regalos para la más querida de la casa.

El primer regalo de Santa Claus: Pepa Pig.

Helado de yogurt con Nutella o helado de vainilla con smarties.

¡Nada de fotos mientras se come!

Esquiar con Silke dentro de su traje rojo y azul… Se nos hace mayor.

Repito: “Nunca dejes que la vida te pase de largo”.

Perros con peluca.

Nuevas gafas. Nuevas realidades.

El esguince interno del ligamento de la rodilla derecha se convierte en obra de arte by Silke. Es ya toda una artista.

Karting con Silke y su enorme casco amarillo. Enorme. Amar y yo...

Baqueira beret.

Un dragón nace en mi espalda, las cabezas de mis perros aparecen en mis piernas, un escorpión en el brazo, flores por todas partes… Entre ellas, la más bella: Silke.

El perro me lame los pies y cada vez me gusta más...

Popi, el nuevo miembro de la familia. Pequeño pero matón.

¡Pío, pío!

Ojazos.

Esperanza verde. Siempre verde y que la vida nos lleve…

Deporte. Surf. Boxeo. Escalada.

¿Algo más? Me apunto.

Dí que sí.

Cuestión de intensidad, no de tiempo.

Pero, ¿qué es el tiempo?

Un camaleón que cambia de color.

¿Quién es el camaleón?

Presente. Presente. Arcoíris.

Arcoíris es vida, hacer lo que realmente amo, cambiar lo que no me gusta, viajar, conocer, explorar, atreverme, quedarme con quien me impulse a volar alto y se una a mi vuelo…

Hasta las estrellas, la luna, la vía láctea… allí donde me encuentro con mis pequeños cada noche.

El amor es la fuerza mayor del universo.

¿Una gota de leche con forma de corazón en la cuchara?

Lo que se va, te hace fuerte… Lo que se queda, también.

Si hablamos de opuestos soy mi propio sol y mi propia luna, deseando siempre convertirme en la mejor versión de mi misma

No te daña lo que te falta, sino la creencia de que lo necesitas.

Lo que te molesta, te da paciencia.

Lo que te da miedo, te enseña a ser valiente.

Lo que odias, te enseña a amar.

Amar te enseña a dejar ir...

No sé amar un poco. No me tomo nada a la mitad. Soy todo o nada.

¡ALWAYS YUMMY!

De pronto todo es tan fácil que asusta…

Claro, ¡el cambio comienza por uno mismo!

El tiempo responde a tus preguntas o hace que ya no te importen las respuestas...

Las personas sensibles sufren más pero aman y sueñan más…

Cierra los ojos. Pide un deseo.

Estoy empezando a confiar en el camino incluso cuando no lo entiendo.

Amor incondicional.

La gran tragedia de la vida no es la muerte. Es dejar de reír, amar, soñar.

Los besos de Silke, los lametones de mis cuadrúpedos, la voz de una madre que nos avisa de que es la hora de comer, el apoyo de los más cercanos…

El deseo de querer hacerlo todo bien. La belleza de la imperfección y la sabiduría del que sabe perdonar.

Perdonar las tormentas. Perdonar lo ineludible, lo impredecible, lo inesperado. Perdonar las decisiones tomadas, los errores cometidos... Aceptar y agradecer.

Despedirse de las espinas para dar lugar a más pétalos.

Olor a unión, a amor de madre.

Siempre habrá un cofre esperando bajo el arcoiris.

Escuchar la canción de amor que no para de latir en el interior de una madre que no piensa en otra cosa que en hacer feliz a una cumpleañera con una brújula en las manos.

Una niña de 9 años coge el timón.

Un barco llega a buen puerto.

La manada está a salvo.

No hay madre perfecta. No hay hija perfecta. No hay padre perfecto.

Lo “perfecto” es un invento del ser humano para mejorar, una dirección, una brújula.

Cometemos errores. Tenemos dudas. Fallamos. Nos equivocamos.

Pero qué aburrida sería una vida sin tormentas.

No existirían los arcoírises, ni los colores intensos, ni los tesoros escondidos, ni las rosas de los vientos.

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Pedido de Sarah Carrillo 

"1. Protagonista es una maravilloso ser que se llama Silke de 9 años.
2. Objetivo, llegar a entender que no es malo que tus padre se divorciasen.
3. No entender las emociones que la surgen, entonces no sabe como expresar sus sentimientos para sentrse mejor.
4. Todo transcurre durante un maravilloso viaje.
5. Fin feliz".





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